Por Rogério Tomaz Jr.*
En otro intento desesperado por evitar la derrota ante Lula – que ya podría ocurrir en la 1ª vuelta – en las elecciones presidenciales, Bolsonaro anunció, este lunes (6), de manera improvisada y visiblemente no planificada, una medida para tratar de garantizar la rebaja de los precios de los combustibles, que se han disparado desde el inicio de su mandato.
El Jefe del Ejecutivo, en conferencia de prensa junto a los presidentes del Senado y de la Cámara, además de varios ministros, dijo que enviará una propuesta al Congreso Nacional para eliminar los impuestos de estados y municipios sobre los combustibles. Según él, el monto que los gobernadores y alcaldes dejen de recaudar, por la medida, será enviado por el gobierno en forma de créditos extraordinarios.
En la práctica, la propuesta es una especie de subsidio cruzado que podría causar un agujero en las cuentas públicas de hasta R$ 50 mil millones (US$ 10 mil millones). Bolsonaro quiere que la medida, que será una enmienda a la Constitución, sea votada con carácter de urgencia por el Parlamento, para que sus efectos se sientan en la población antes de las elecciones de octubre.
La idea es demagógica, populista y, sobre todo, ineficaz. Un litro de gasolina cuesta en promedio en Brasil hoy alrededor de R$ 7,21 y, con la entrada en vigor de la propuesta del gobierno, podría rondar los R$ 6,50, lo que todavía es muy alto si tenemos en cuenta que al comienzo de la administración Bolsonaro, en enero de 2019, ese precio fue de R$ 4,34.
Sin un cambio en la política de precios de Petrobras, que adoptó la paridad con relación al mercado internacional desde la salida de Dilma Rousseff en el golpe de 2016, no hay posibilidad de reducir efectivamente los precios de los combustibles. En realidad, la tendencia, incluso si la propuesta del gobierno entra en vigor, es que venga un tarifazo muy pronto, ya que los analistas del sector dicen que, debido a la política de paridad internacional, el precio de la gasolina que vende Petrobras hoy está desactualizado en al menos un 20%, informó el periódico conservador O Estado de São Paulo.
A los R$ 50 mil millones que podrían impactar en las cuentas públicas, se le suman R$ 16,5 mil millones del llamado “presupuesto secreto”, un mecanismo no transparente que utiliza el gobierno Bolsonaro para distribuir parte del presupuesto a parlamentarios aliados que, a su vez, destinan recursos a sus bases.
En la práctica, Brasil fue secuestrado por el gobierno del militar. Este gasto de R$ 66,5 mil millones sería como si Bolsonaro tomara R$ 312 (US$ 62,4) de cada uno de los 213 millones de brasileños para usarlos en su campaña de reelección.
Encuestas
Con la proximidad de las elecciones, Lula sigue fortaleciendo su condición de ganar en la 1ª vuelta. Una encuesta de FSB/BTG publicada el lunes 30 de mayo muestra que el candidato del PT tiene el 46% de las intenciones de voto frente al 44% de todos los opositores combinados.
En la encuesta de Ipespe/XP, publicada el viernes pasado (3), Lula alcanza el 45% de las intenciones de voto, mientras que los demás candidatos suman el 49%, una situación muy cómoda para el líder petista, aunque en un escenario que no garantiza la victoria inmediata.
Conmoción
Por si fuera poco la tragedia económica, que hoy tiene a casi 20 millones de personas sin saber si podrán comer al día siguiente, Brasil ha visto con asombro algunos episodios provocados por el ambiente de violencia generalizada y estimulada por Bolsonaro y sus partidarios de ultraderecha.
El 25 de mayo, el trabajador negro Genivaldo de Jesus Santos, de 38 años, fue agredido y asfixiado por policías en el baúl de un vehículo patrullero – una cámara de gas improvisada, para decirlo con precisión – cuando lo arrestaron por conducir su motocicleta sin casco cerca de Aracaju, estado de Sergipe.
Bolsonaro, que suele hacer paseos de motocicleta sin casco, defendió el cuerpo policial y dijo que hay que aguardar una investigación completa del caso para que se pueda evaluar el abordaje.
Este domingo (5), el indigenista Bruno Pereira, un conocido empleado de la Fundación Nacional del Indio (Funai), y el periodista Dom Phillips, colaborador del diario británico The Guardian, fueron reportados como desaparecidos en Vale do Javari, una extensa reserva indígena en la Amazonía, en la región que limita con Colombia y Perú y es codiciada por mineros, narcos y contrabandistas.
Ajeno al revuelo internacional del caso, Bolsonaro dijo este martes (7) que cree que los dos pueden haber sido “ejecutados” y también criticó la “aventura” de los profesionales.
Brasil necesita deshacerse con urgencia de este repugnante ser que actualmente ocupa el Palacio del Planalto.
*Periodista brasileño, cursando actualmente la Maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Trabajó durante 11 años en la Cámara de Diputados de Brasil. Twitter: @rogeriotomazjr