Por Ariadna Dacil Lanza
El gobierno de Jair Bolsonaro finalmente logró privatizar esta semana la gigante de electricidad Eletrobras. Además prometió ir por Petrobras si renueva su mandato. Mientras que Lula hizo circular entre los propios el primer esbozo de lo que será su programa de gobierno, en el que la reforma laboral y la eliminación del techo de gasto son dos pilares indiscutidos.
Privatización de Eletrobras y más allá
La mayor empresa pública eléctrica de América Latina finalmente fue privatizada. La venta de la mayoría del paquete accionario fue concretada en 6.000 millones de dólares (podrían agregar mil millones más al final de la oferta), según consta en un comunicado de la empresa. Esta privatización, una bandera de la gestión del Presidente, es la mayor en dos décadas, después de la minera Vale. En esa operación, el gobierno redujo sus acciones de un 72% al 45%. Dos de los grandes compradores fueron el fondo soberano de Singapur y el fondo de pensión de Canadá CPPIB.
Horas más tarde, Bolsonaro prometió hacer lo propio con Petrobras en caso de ser reelecto, en clara sintonía con una de sus principales consignas de la campaña electoral de 2018, antes de llegar al Planalto, que era su promesa de privatizar las principales empresas estatales. Pero ¿por qué se demoró si estaba en los papeles desde el día uno?
Pese a haber encarnado ese discurso a pie juntillas, su ministro de Economía, Paulo Guedes, mantuvo una lucha con los sectores del gobierno que durante la pandemia de Covid-19 insistían en la idea de orientar ciertos recursos para contener los efectos desastrosos del virus y que además pedían bajar la marcha -no suspender- del plan privatizador. Estas tensiones quedaron incluso expuestas cuando fue corrido por derecha por parte de su gabinete que renunció acusándolo de demorar la venta de las empresas.
La misma pregunta por la demora, fue respondida por Bolsonaro luego de la venta de Eletrobras quien elaboró un argumento acerca de la falta de apoyo: “Se habla de privatizar, Petrobras por ejemplo, (pero es algo que) lleva como mínimo cuatro años. Entonces hay que presentar una propuesta inicial, no vamos a apretar el acelerador. ¿Por qué eso? Porque el apoyo popular es muy grande, hasta hace poco tiempo yo no tenía ese apoyo popular para privatizar la Petrobras (…) es una empresa que nos perjudica”.
¿Existen mediciones que sustenten el argumento de Bolsonaro? La encuestadora IPESPE -la misma que dos semanas atrás le dio a Lula un 45% de la intención de votos y a Bolsonaro 34%- indagó el mes pasado si el electorado era favorable o no a la privatización de la estatal y el 49% respondió que no, mientras que el 38% dijo que sí. En cambio, cuando se pregunta -tendenciosamente- si apoyarían la privatización en caso de que esta implicara bajar los precios de los combustibles, las respuestas favorables a desprenderse de la compañía crece.
Precios, frente externo, Amazonía
El frente inflacionario preocupa y mucho al gobierno brasileño de cara a las elecciones. Además del frente energético, abordado la semana pasada en Conexión Brasil, se suma el de los alimentos. En un gesto casi contra natura, Bolsonaro y el ministro Guedes pidieron a los supermercadistas congelar los precios de los alimentos para intentar detener la inflación. Se dirigieron a los empresarios con una demanda de apoyo para controlar la suba de precios de los alimentos de la canasta básica al punto que el Presidente les dijo que obtengan “la menor ganancia posible” y el economista solicitó una “tregua de precios”.
“Ya han estado colaborando de esta manera. Pero colabore un poco más en el margen de utilidad de los productos de la canasta básica. porque realmente no es posible”, dijo Bolsonaro en un acto frente a empresarios supermercadistas.
Sin embargo, Guedes buscó desdecirse y tuvo que sobreactuar su liberalismo en su discurso de hoy en la apertura del Brasil Investment Forum, en São Paulo. Negó haber hablado de congelamiento de precios y dijo que los empresarios hagan lo que quieran: “Redujimos los impuestos. Incluso si los costos aumentan, ya que los impuestos han bajado, puede pasar un tiempo sin reprogramar los precios, punto. Ofrécete como voluntario si quieres. Si no quieren, joderse, suban el precio y el consumidor se va”, dijo.
Otro punto del discurso de Guedes fue sobre el frente externo, en un escenario que definió como “un mar turbulento” además de afirmar que “habrá una recesión en Europa y Estados Unidos”, por lo que consideró que no hay ninguna alternativa de “aterrizaje suave”. A Brasil le auguró un futuro más promisorio porque “está cerca y es amigo de Estados Unidos, Europa y China”, dijo y agregó: “Brasil baila con todos”.
Pese a los reiterados choques con el gobierno de Biden y los de larga data con China -con los hijos del Presidente como principales alfiles en esa batalla discursiva- el Ejecutivo pretende dar signos de amabilidad. En la Cumbre de las Américas, Bolsonaro dijo estar “maravillado” con Biden e insinuó complicidades con el gobierno estadounidense.
Bolsonaro se posicionó como una potencia agrícola y energética e incluso le habló directamente al presidente argentino Alberto Fernández a quien le dijo que “continúa adelante nuestro acuerdo de gas de Vaca Muerta” y que “puede tener la certeza de que será bueno para los dos países y no dejaremos de continuar importando gas desde Bolivia”. Palabras que llegan en un momento en que Bolivia redujo la venta de gas a Brasilia.
La desaparición del periodista Dom Phillips y el activista Bruno Araújo en la Amazonía fue otro tema que no pudo evitar mencionar y que por estas horas ocupa parte de la agenda brasileña. Si por un lado insistió en que no necesita “de la región amazónica para expandir nuestro agronegocio”, la desaparición de dos personas pone el foco en los entramados de negocios ilegales que respiran en la selva. Por el momento, las búsquedas continúan.
El programa del PT
Días atrás se habló del expresidente Luis Inacio “Lula” da Silva porque contrajo Covid19 y pasó desapercibido que el Partido de los Trabajadores (PT) envió el 6 de junio a los partidos de “Vamos Juntos Pelo Brasil” (PC do B, PV, PSB, Psol, Rede e Solidariedade) un primer documento con ideas fuerza de un programa de gobierno.
No hay sorpresas pero sí algunas originalidades como la idea de un plan colaborativo ya que luego de circular entre los partidos del frente propio, el texto se va a colgar en una web y desde el PT dicen que van a recibir propuestas “de toda la ciudadanía brasileña” durante 30 días.
En el documento de 18 páginas figuran inicialmente 90 compromisos, entre ellos la reforma laboral como uno de los puntos centrales tal como anticipó Lula en diversas intervenciones. Ahora consta en el papel y si bien aún no hay demasiados detalles, la idea es derogar la “reforma trabalhista” impulsada y aprobada durante el gobierno de Michel Temer en 2017.
A su vez, propone la eliminación del techo del gasto público, algo que también fue impulsado por Temer en 2016 y se aprobó en el Congreso la enmienda constitucional Nº 95 que congelaba el gasto por 20 años.
Y mientras Bolsonaro dijo por esos días que si él gana, Guedes (y su agenda privatizadora) se quedarían en el gobierno, el programa del PT propone volver a un rol activo del Estado en la economía y destaca el rol de las empresas públicas. En esa línea, Lula prometió revisar las privatizaciones bolsonaristas en caso de ganar el 2 de octubre.
El primer borrador del programa también incluye una reforma previsional, un nuevo impulso al Bolsa Familia, el regreso de otra línea petista como fue el programa Maís Médicos (punto que Bolsonaro intentó cambiar por Médicos pelo Brasil), una regulación para el control de armas, impulso a los Brics, entre otros.