Brasil pone en funcionamiento las federaciones partidarias en pleno año electoral

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Por Ariadna Dacil Lanza

Brasil está en una cuenta regresiva. Octubre parece lejano pero con el fin del verano deben llegar definiciones claves. Lula había dicho en febrero que en la segunda quincena de este mes anunciaría su candidatura, además, el 1 de abril vencen los plazos para inscripción de candidatos a los partidos, y se va terminando el plazo para la inscripción de federaciones partidarias, toda una novedad en la política brasileña.

Es la primera vez que en Brasil los partidos van a poder aliarse en “federaciones” y no ya en “coligaçãoes” ¿Cuál es la diferencia? La principal es que los partidos están exigidos de hacer un pacto más extenso, es decir, el acuerdo entre partidos ya no puede durar únicamente para el período de campaña o parte del período de gobierno sino que también debe mantenerse a lo largo del mandato de cuatro años. Además, la federación tendrá que ser replicada en las tres instancias de gobierno; federal, estadual y municipal, esto es, la misma alianza está obligada a hacer copy/paste en todo el país y solo puede haber un candidato por federación en el cargo a disputar. Los trapitos no se secan al sol sino dentro de casa.

Luego de que en 2018 se modificara el número mínimo de votos necesarios (umbral electoral) para que los partidos tengan tiempo de propaganda y acceso al fondo partidario, y en suma no queden fuera de las elecciones, y después de que se prohibieran las “coligaçãoes” en cargos proporcionales, la pregunta por cómo sortear ese obstáculo se hizo evidente. El año pasado el Congreso creó la regulación que reemplaza las “coligaçãoes” por las federaciones. Cabe aclarar que son obligatorias para cargos proporcionales pero no así para los mayoritarios como son el caso de la elección Presidencial o a Gobernador, en donde las federaciones de partidos son optativas.

Pese a ser un imperativo para los cargos legislativos, también incide en los ejecutivos ya que quien tenga más bancas podría tener más peso en una federación. Sin dudas, la legislación aspira a reorganizar el escenario partidario. Por el lado del oficialismo, la federación no sería algo “necesario” pero sí es una opción atractiva. El presidente Jair Bolsonaro, que llegó al Palacio del Planalto con el Partido Social Liberal (PSL) pero que pasó la mayor parte de su mandato fuera de él, en noviembre pasado se afilió al Partido Liberal. Desde ahí viene insistiendo con la idea de formar la mayor alianza en el Congreso para apuntalar su rendimiento en octubre, ya que las encuestas por el momento no son favorables.

Por el Partido de los Trabajadores (PT), se espera que llegue la confirmación oficial de la candidatura de Luis Inacio “Lula” Da Silva promediando marzo, cuando se estima también que revelará el nombre de quien lo acompañará en la fórmula y que según las últimas encuestas entre especialistas casi no quedan dudas que será el ex tucano Geraldo Alckmin. Pero para llegar a ese punto, el exgobernador de São Paulo debe decidir su destino partidario para luego sellar su destino junto al PT. Hoy, luego de una reunión con el Partido Socialista Brasileño (PSB) la decisión de incorporarse a ese espacio se da por descontada. Si termina de confirmarse, acabaría con el largo coqueteo que tuvo con otros espacios como Solidaridade, el Partido Verde o el Partido Social Democrático (PSD).

Aquí el umbral partidario está lejos de ser un problema, como lo es en cambio quien manda en esta federación y cuál será el criterio para definirlo; si lidera quien tiene más bancas o quien tiene más gobernaciones, etc. Otro punto ríspido de las negociaciones en este sector es la disputa por la gobernación de San Pablo. Lula había dicho a principio de año que el PT -representado por Fernando Haddad- era quien tenía mejores condiciones para disputar el terreno de Joao Doria, sin embargo, uno de los principales armadores de su fórmula con Alckmin, Márcio França, busca disputar nuevamente el estado que supo conducir. Lula se reunió durante febrero con França para intentar bajarlo pero este insiste que la interna se defina una vez que haya más encuestas confiables.

En tanto, el expresidente Lula estuvo la semana pasada en México donde se reunió con su par Andrés Manuel López Obrador y mantuvo reuniones con brasileños en el país norteamericano. Lula volvió a deslizar su deseo de competir en octubre: “Pensamos disputar las nuevas elecciones en Brasil”. Además, durante su viaje recibió la noticia de que la última acción penal en su contra había sido desestimada por la Corte.

Del lado de los que buscan presentarse como una alternativa en un escenario polarizado de cara a octubre está Sergio Moro que la semana pasada recibió las consecuencias de un error no forzado de uno de sus alfiles. Días atrás se conocieron audios del diputado estatal Arthur do Val, una pieza fuerte del Podemos de Moro en San Pablo, que estuvo de viaje por Europa del Este en medio de la guerra en Ucrania, haciendo comentarios sexistas sobre las mujeres en el país. “Son fáciles, porque son pobres”, decía en un fragmento y agrega que ni bien termine la guerra, él volverá a Ucrania. Rápidamente do Val fue públicamente condenado por machistas y provocaron la caída de la plataforma regional más significativa para Moro. Algunos medios ya insinúan que el exjuez podría incluso bajarse de la candidatura e ir por otro cargo.

En el caso del PSDB, la supuesta tercera vía, cuyo precandidato a presidente es el gobernador de São Paulo, João Doria, confirmó el mes pasado una federación con Cidadania de Roberto Freire. El escenario electoral brasileño comienza a ingresar a un embudo de tiempo y en el que quedan muchas definiciones por delante que hacen mirar con reparos las previsiones de los resultados de octubre. Como cantaron Elis Regina y Tom Jobim são as águas de março fechando o verão, luego vendrá la campaña y habrá que pasar el invierno.