Conexión Brasil | No habrá golpe de Bolsonaro porque él ya es el golpe en marcha

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Rogério Tomaz Jr.¹

Septiembre de 2018. En un bar de las afueras de Brasilia, un militar comenta para cualquiera que quiera escuchar algunas de las acciones de campaña de Jair Bolsonaro en las redes sociales. No es un comentario inocente, de alguien que acaba de ver, por casualidad, una publicación del ex capitán del ejército en su página de Facebook o en grupos de WhatsApp. El relato es de alguien que sabe cómo se planificó una determinada acción, paso a paso, y para qué ella fue diseñada.

La conversación fue escuchada por un experimentado asesor de comunicación del bloque del Partido de los Trabajadores (PT) en la Cámara de Diputados, quien solo abrió la boca para halagar el ego de militar, para que este se sintiera más cómodo hablando y pudiera filtrar más informaciones de lo que tenía.

A este encuentro casual se suma otro testimonio: un consultor independiente en tecnologías de la información e inteligencia artificial, que desarrolló algunos proyectos para el Ejército, reveló, poco después de la victoria de Bolsonaro, que todo el alto comando de las Fuerzas Armadas brasileñas, incluido – y sobre todo – de sectores de la tecnología y la cibernética, estuvo directamente involucrado en la campaña de comunicación del actual presidente.

Una vez finalizado el proceso electoral, los militares asumieron cargos como jefes de ministerios, empresas estatales y agencias gubernamentales auxiliares en todas las áreas. En menos de seis meses después de la asunción de Bolsonaro, no había un solo ministerio sin un militar en alguna posición estratégica.

En junio pasado, más de 6.100 puestos en el gobierno brasileño eran ocupados por militares. En 2018, último año de Michel Temer en el Planalto, este número era de 2.765. Pero ese es solo el comienzo de la historia.

Según la Constitución brasileña, ningún empleado o agente público puede recibir un salario superior al de los ministros del Tribunal Supremo Federal (STF), actualmente fijado en 39 mil reales, equivalente a 7.500 dólares.

Bolsonaro, sin embargo, aprobó una norma que permite la acumulación de salarios y otros beneficios – como pensiones del sector público, honorarios por participación en los consejos de empresas estatales – y hoy hay militares que reciben hasta 260 mil reales (US$ 50 mil) al mes.

Otro privilegio: las escuelas militares, que se encuentran entre las mejores en educación pública del país y tienen un alto presupuesto estatal, ahora están dominadas por los hijos de los militares. Antes, era necesario ser aprobado en una selección difícil y competitiva para ingresar a una escuela militar. Hoy en día, los hijos de los oficiales tienen acceso libre.

El sistema provisional sufrió una dura reforma neoliberal en 2019, pero los militares no fueron afectados. O más bien, se cambiaron algunas reglas para proteger y facilitar aún más la jubilación del personal uniformado, especialmente los oficiales.

La lista de privilegios – como las pensiones para hijas solteras y viudas de militares – es enorme y Bolsonaro fue elegido para mantener o aumentar eso. Arriesgarse a una ruptura institucional ahora no le interesa a los militares. En otras palabras, no habrá golpe militar en Brasil porque Bolsonaro ya es el golpe, que lleva en marcha desde el 1 de enero de 2019.

Sobre este escenario viene advirtiendo desde hace tiempo el diputado Paulo Pimenta, quien fue líder del PT en la Cámara y presidió la Comisión de Derechos Humanos, en la que participó Jair Bolsonaro. La semana pasada, Pimenta habló sobre esto en detalle, en video publicado en sus redes sociales:

Lo que importa, sí, para ellos es mantener un clima de amenaza permanente en el aire, hacer que la sociedad en general y la oposición en particular se guíen – o limiten en su lucha – por esta infértil discusión. Y esto la extrema derecha, civil y militar, sabe hacerlo muy bien.


¹ Periodista brasileño, residente en Argentina, cursando la Maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Trabajó durante 11 años en la Cámara de Diputados de Brasil.