Conexión Brasil | Semana turbulenta en Brasil y el ciclo de Bolsonaro

Share

Por Rogério Tomaz Jr.¹

Una mirada apresurada a lo ocurrido en Brasil durante la Semana de la Independencia –conmemorada el 7 de septiembre– puede dar una falsa impresión de que Jair Bolsonaro dejó de lado la beligerancia, que marca toda su vida política, para insertarse en el campo de aquellos que defienden la democracia y la estabilidad institucional. Esto es un equívoco.

El “paso atrás” de Bolsonaro, con el comunicado oficial elaborado por el golpista Michel Temer, es parte del ciclo en el que se viene moviendo, de forma permanente, desde que asumió la presidencia, en enero de 2019.

Como regla general, el ciclo comienza cada vez que cae su aprobación popular. Cuando su popularidad decae, ataca de manera virulenta a los opositores del momento, lanza amenazas golpistas e instiga a sus partidarios a organizar actos financiados, hoy se sabe, con dinero público.

Los actos de calle ocurren, la oposición rechaza las amenazas con cartas de repudio o juicios en la Corte Suprema, los grandes medios – Rede Globo adelante – dan amplia repercusión a las acciones de la oposición y exponen a Bolsonaro de la manera más negativa posible. Entonces, él hace una declaración moderada que indica un paso atrás o la apertura para el diálogo y la pacificación del país.

Después de un mes o dos semanas, a veces incluso menos, el ciclo comienza de nuevo. Y así ha vivido Brasil desde que el miliciano ocupa el Palacio del Planalto.

Pero ahora…

La lucha de Bolsonaro ahora es contra oponentes contra los que no puede hacer nada para frenar su avance. Los ministros Alexandre de Moraes y Luis Roberto Barroso – ambos del Superior Tribunal Federal (STF), este último acumula la presidencia del Tribunal Superior Electoral (TSE) – no tienen nada que perder en la lucha contra un presidente que no cuenta con un firme apoyo político ni siquiera de los militares en sus diatribas autoritarias.

Moraes, quien fue nombrado miembro del STF por Michel Temer, preside dos investigaciones que llegan al corazón del bolsonarismo: la financiación de los “actos antidemocráticos” que, desde 2019, reclaman el cierre del STF y del Congreso Nacional, y las redes de difusión de noticias falsas que alimentan el odio y guían a los partidarios del gobierno.

En su discurso en el 7 de septiembre en São Paulo, Bolsonaro calificó de “canalla” a Moraes y pidió la liberación de los que llamó “presos políticos”, quienes, de hecho, son algunos de sus voceros que hicieron las amenazas más duras contra los ministros del STF, como el diputado Daniel Silveira (PSL), que se encuentra en prisión desde febrero. El presidente también dijo que ya no cumpliría con las decisiones de Moraes y que este ministro “no existe” para su gobierno.

Barroso defendió el sistema electoral brasileño y se enfrentó a Bolsonaro en la guerra que abrazó la extrema derecha para implementar lo que ellos denominan de “votación impresa auditable”, que ya ha sido tema de un artículo en esta columna. El actual presidente del TSE, incluso, fue blanco de bromas homofóbicas por parte de Bolsonaro horas después de la publicación de la carta articulada por Temer.

Sin posibilidades en las batallas contra los ministros de la Corte Suprema, Bolsonaro necesitará buscar a otros oponentes para seguir alimentando su base, que ciertamente se ha reducido un poco después de la llegada de Michel Temer al escenario.

Estado de sitio que no hubo

Movilizados en un intento de golpe de Estado en el que esperaban recibir apoyo del gobierno, camioneros vinculados al agro cortaron rutas en más de 100 puntos del país, a partir de la noche del 7 de septiembre.

Viviendo una realidad paralela, los camioneros llegaron a celebrar el decreto de “Estado de sitio”, que sería el primer paso hacia la consumación del golpe. No hubo medida ni cualquier señal del gobierno al respecto, pero los golpistas desinformados publicaron varios videos celebrando la decisión, que luego se convirtieron en piezas humorísticas en las redes de los opositores al gobierno.

El miércoles (8), al revés, Bolsonaro les pidió a los camioneros que levantaran los bloqueos para no dañar aún más la economía. La frustración comenzó allí y alcanzó su punto máximo con la aparición de Temer y la carta de “pacificación”.

En las redes sociales, Bolsonaro fue llamado traidor y duramente criticado incluso por algunos de sus seguidores más leales. En Twitter, la hashtag #BolsonaroArregou (“Bolsonaro se acobardó”) se mantuvo como la más comentada durante todo el jueves.

En reacción a esto, el núcleo duro de Bolsonaro intenta vender la versión fantasiosa de que hubo un “acuerdo” con los ministros del STF y que el presidente hubiera salido de la disputa fortalecido. Sus seguidores incluso lo llamaron estadista, en contrapunto a las críticas que apuntan a su cobardía, pero no tuvieron éxito, como señala el analista de datos Pedro Barciela:

Otra temporada de caza a Lula

Se abrió la nueva temporada de caza al ex presidente Lula, quien ya cuenta con 18 victorias en procesos judiciales truchos armados en su contra. La nueva “denuncia” no tiene fundamento lógico: se acusa a Lula de no declarar a la Receita Federal (la AFIP brasileña) las coimas que habría recibido en procesos que ya han sido anulados, el de Atibaia y el del Guarujá.

Las nuevas acusaciones que surgirán en serie a partir de ahora no lograrán sacarlo de la disputa electoral, sino que pretenden generar una exposición negativa en los medios para evitar su victoria en la primera vuelta.


¹ Periodista brasileño, residente en Argentina, cursando la Maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Trabajó durante 11 años en la Cámara de Diputados de Brasil.