Por Ariadna Dacil Lanza
Esta semana se despejaron dos incógnitas fundamentales en Brasil de cara a las elecciones generales del próximo 2 de octubre; una sobre el partido por el que finalmente Geraldo Alckmin optó para armar una fórmula presidencial con Lula Da Silva y el Partido de los Trabajadores (PT), que aún está por confirmarse, y otra con respecto a el rol de Guillerme Boulos del PSOL, aliado petista que soñaba con ser candidato a gobernador de San Pablo y decidió competir por un lugar en el Congreso Nacional. Del lado de Jair Bolsonaro también ya se insinúa una posible fórmula.
“¡Ha llegado el momento del cambio! Después de mucho hablar y escuchar, decidí caminar con el Partido Socialista Brasileño – PSB. El momento exige grandeza política, civismo y unidad”, fue el mensaje que publicó Alckmin en su cuenta de la red social Twitter para anunciar que finalmente, “después de mucho” ir y venir, eligió el partido que todo indica integrará la fórmula presidencial junto a Lula.
Alckmin, uno de los eternos rivales de Lula, había quedado sin partido luego de que se agudizara la interna en el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) con el que había gobernado San Pablo pero en el que había quedado golpeado luego de las elecciones de 2018 donde apenas logró un lastimoso cuarto lugar. Además, se hizo sentir el creciente liderazgo de uno de sus principales exponentes, el gobernador de San Pablo, Joao Doria, que durante la pandemia fue una de las figuras que más notoriedad alcanzó.
Si bien Doria apoyó al bolsonarismo desde la primera hora, durante la pandemia de coronavirus, hizo cálculos y le rindió más adoptar un discurso opositor, de hecho fue quien garantizó la primera vacuna aplicada en Brasil además de rivalizar con el discurso anti medidas de cuidado del presidente Jair Bolsonaro.
En esa treta, Alckmin decidió su retirada de las filas tucanas y luego de reiteradas conversaciones con la primera plana del PT apareció la posibilidad de acompañar a Lula, quien continúa liderando las encuestas, aún ante una eventual segunda vuelta.
“Por mi parte, no hay problema en hacer una alianza con Alckmin y tenerlo como vicepresidente. Vamos a construir un programa de interés para la sociedad brasileña (…) Espero que Alckim esté (…) porque me parece que se definió en oponerse no solo a Bolsonaro, sino al ‘dorismo’ aquí en São Paulo”, dijo Lula en enero pasado e instaló el tema más firmemente de una alianza conjunta.
Estaba claro que era condición sine qua non estar afiliado a un partido pero las ofertas fueron varias. Quien logró hacerlo firmar la ficha de afiliación fue el centrista PSB. Ahora resta por definir si efectivamente, como la mayoría de los analistas lo dan por descontado, la alianza con el PT se concreta y en segunda instancia, si será por medio de una federación o no. Tendrán hasta abril que es cuando vencen los plazos para la conformación e inscripción de las alianzas electorales.
El estado de San Pablo es uno de los territorios calientes en las negociaciones ya que el PT quiere que su último candidato a presidente y ex intendente (prefeito) de la ciudad paulista, Fernando Haddad, sea el mascarón de proa en un distrito clave también para las presidenciales. Sin embargo, Marcio França del PSB y quien fue gobernador de ese estado, se veía como número cantado, incluso luego de haber sido uno de los principales armadores del binomio PT-PSB. Quien también se había anotado en esa carrera era Gullerme Boulos, quien también tenía legítimas aspiraciones de gobernar ya que en las municipales de 2020 había logrado un balotaje en el que si bien quedó lejos del fallecido y victorioso Bruno Covas, no le evitó la épica de haber arrancado una segunda vuelta instancia histórica.
Boulos no estaba contento con tener a Alckmin adentro así como tampoco quedar muy desplazado en San Pablo, lo que hizo que Lula se reuniera con él en febrero pasado. “Hoy hablé con mi amigo Guilherme Boulos sobre la situación del país y los próximos pasos en el camino hacia la recuperación de un gobierno democrático y un proyecto social y soberano para Brasil”, publicó Lula luego del encuentro con una foto sonriente en la que tomaba al referente del PSOL de la cara. Finalmente, hoy se publicó una entrevista en la que confirmó que se baja de sus aspiraciones como gobernador y va a ser candidato a diputado federal.
De la vereda de enfrente, Bolsonaro ya descartó llegar a octubre de la mano de su actual vice Hamilton Mourao porque este aspirará a ser senador por el estado de Rìo Grande do Sul. El Presidente que transitó la mayor parte de su mandato por fuera del Partido Social Liberal (PSL), con el que había llegado al Palacio del Planalto, en noviembre pasado se afilió al Partido Liberal. Con este sello en los últimos días logró consolidarse como la mayor fuerza en la Cámara de Diputados, aunque el escenario parlamentario no deja de estar hiper fragmentado.
A su vez, hoy deslizó que un escenario probable es que los secunde en el binomio presidencial quien actualmente es su ministro de Defensa, el general retirado Walter Braga Neto. “El elegido es de Minas Gerais y estudió en el Colegio Militar”, dijo Bolsonaro al ser consultado por Braga Netto, quien además de su jefe de gabinete fue interventor militar del gobierno de Michel Temer en Río de Janeiro durante el asesinato de la concejala del PSOL Marielle Franco, crimen del que la semana pasada se cumplieron cuatro años y sigue sin resolver.
“Debemos ahora tener un vice que no nos ayude apenas a ganar la elección sino a gobernar Brasil. Ganar la elección es menos difícil que gobernar, pero no quiero adelantar el nombre”, matizó después Bolsonaro. También confirmó que el 31 de marzo comenzarán a renunciar los miembros del gabinete que se dediquen a presentarse a las elecciones para cumplir con el marco jurídico del país.
Lula sigue como favorito en las encuestas de la última semana realizada en este caso por Quaest/Genial. Allí le dan un 45% de las intenciones de voto en el primer turno, seguido de Bolsonaro con un 25%. Luego, más lejos vienen Ciro Gomes (PDT), con un 7%, y Sergio Moro (Podemos), con un 6% de menciones, mientras que Doria araña el 2%. De todos modos, el número más importante son los más de seis meses que aún restan para llegar a la elección y en ese camino aún deben despejarse muchas más incógnitas.