El voto y el pueblo en la calle dan forma a la palabra de un maestro

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por Florencia Tursi Colombo

El domingo 6 de junio el Perú eligió en balotaje a su próximo presidente. Con el 100% de las actas procesadas y el 99,89% contabilizadas, Pedro Castillo de Perú Libre será el próximo presidente del Perú con el 50,14% de los votos, mientras que Keiko Fujimori de Fuerza Popular pierde su tercer balotaje con el 49,85% de los votos. La diferencia es de 50 mil votos.

Aunque el resultado aún no fue pronunciado por el ente oficial, la tendencia ya es firme generando en el pueblo la esperanza por un nuevo gobierno.

Dudas y certezas en los resultados

Los primeros resultados que se dieron a conocer, a las 19 horas del domingo, correspondían a la boca de urna de IPSOS, los cuales arrojaban una ventaja del 0,6% para la candidata Keiko Fujimori. Sin embargo, dicho resultado debía tomarse como un empate técnico dado el margen de error del 3,3%.

Algunas horas después, el conteo rápido de IPSOS al 100% actualizó los resultados invirtiendo la tendencia, y por una mínima diferencia, Pedro Castillo habría obtenido el 50,2% y Keiko Fujimori el 49,8%.

Ambos candidatos llamaron a la tranquilidad en primera instancia. Por un lado, los simpatizantes de Pedro Castillo y militantes de Perú Libre comenzaron a movilizarse espontáneamente para “defender el voto”. Castillo, desde el balcón en Cajamarca y con un megáfono, pidió a sus seguidores calma y aguardar a los resultados de la ONPE (Oficina Nacional de Procesos Electorales). Por el otro lado, Keiko Fujimori, en conferencia de prensa, también aseguró que iba a respetar los resultados oficiales.

Finalmente, la ONPE, cerca de las 22 horas, dio a conocer los primeros datos oficiales. El primer avance, con el 42,3% de las actas contabilizadas registró una ventaja de Keiko Fujimori con el 52,9% y Pedro Castillo con el 47,1%.

Aunque la ventaja de Fujimori se fue revirtiendo a medida que iban llegando y cargándose las actas del interior, las cuales registraban mayor cantidad de votos para Castillo. De esta manera, el día lunes a las 11 de la mañana, con el 94% de las actas procesadas, la ONPE registró un 50,1% para Castillo y un 49,9% para Keiko.

La actualización de resultados de la ONPE fue lenta y transcurrió durante toda la semana pero la diferencia de votos que se configuró a partir de superar el 90% del procesamiento de actas fue siempre favorable a Castillo.

La economía y los mercados en la elección

A medida que los resultados arrojaban la ventaja de Pedro Castillo, durante el día lunes, la bolsa de Lima cayó y aumentó el dólar. La repercusión de la elección en los mercados no fue ingenua. Las especulaciones económicas tuvieron intenciones políticas. Con eso mismo habían jugado luego de la primera vuelta electoral cuando Castillo quedó primero con más del 19% de los votos. La elección puso en evidencia que el capital financiero juega a la derecha.

De hecho, el lunes, las entidades bancarias y negocios del centro de Lima aparecieron con sus vidrieras valladas y cubiertas con maderas para evitar cualquier tipo de daño que podría generarse por las posibles movilizaciones.

Sin embargo, la llegada de Castillo a Lima, a media mañana del lunes, cambió el panorama. Aunque su intención inicial era dirigirse desde el local de Perú Libre a los simpatizantes que se movilizaron hasta allí, la demora en la carga de los resultados sumado a la incertidumbre y especulaciones de los mercados, provocaron un valioso gesto por parte del candidato. La primera imágen de Castillo en Lima se dio desde el balcón del local de Perú Libre con el economista Pedro Francke (de Juntos por el Perú) y el médico Hernando Cevallos (del Frente Amplio). La imagen transmitió el significado de que otra economía es posible. “Haremos un gobierno con estabilidad financiera y económica” sostuvo. Además, contó que mantuvo comunicación con empresarios para llevar tranquilidad.

El jueves por la noche, en el mismo lugar y nuevamente ante sus seguidores movilizados, Castillo agradeció a los líderes de la región que, pese a que la entidad oficial aún no se había pronunciado, lo llamaron para felicitarlo por el triunfo.

La economía será un punto clave en el próximo gobierno, Castillo deberá desarmar una estructura anclada en grupos empresarios acostumbrados a tomar las decisiones sin consultar al resto de la población. Al mismo tiempo, recibirá un país en crisis, con un 70% de trabajo informal, no regulado y sin derechos laborales, con más de 2 millones de peruanos/as que perdieron su empleo durante la pandemia y con una de las tasas de mortalidad producto de la covid-19 más alta del mundo.

El fraude que no fue y el golpe que amenaza

El lunes por la noche, Keiko Fujimori, en una nueva conferencia de prensa que contradijo su primer anuncio de que iba a mantener la calma y esperar los resultados, denunció presunto fraude.

El fujimorismo, a través de sus abogados, se puso en campaña para impugnar las actas favorables a Castillo, especialmente aquellas mesas en las que Keiko obtuvo 0 votos, con el objetivo de buscar su nulidad. En total, estarían pidiendo la nulidad de 802 mesas de sufragio que suman un total de 200 mil votos.

Sin embargo, el pedido de nulidad de actas desencadenó un problema al interior del JNE (Jurado Nacional de Elecciones) ya que el plazo para presentar dicho pedido de nulidad estaba vencido. Por lo que el JNE consideró extender el plazo hasta el viernes aunque eso violaba la ley electoral.

Tanto Perú Libre como organismos internacionales denunciaron lo ilegal de la maniobra intentada por el propio JNE y llamaron al pueblo a mantenerse alerta. Finalmente, el JNE dio un paso atrás y decidió dejar sin efecto la extensión del plazo.

Los únicos pedidos presentados por Fuerza Popular dentro del plazo correspondiente fueron un total de 151 actas que suman poco menos de 34 mil votos, por lo que, teniendo en cuenta la ventaja que lleva Castillo, esos pedidos, de aceptarse su nulidad -cuestión que es poco probable- no le serían suficientes a Keiko para obtener la victoria.

Claro está que, desde el fujimorismo, se buscaba generar un clima de inestabilidad y de división social. Mientras que, para gran parte de la población, Castillo ya habría resultado ganador dado que mantiene la ventaja en los votos, por el otro lado, se sostiene la duda respecto de un supuesto fraude y a través de maniobras jurídicas, se trataba de dejar sin efecto la elección.

Lamentablemente, no sorprende la actitud de Keiko Fujimori y de su partido. Por el contrario, las maniobras de golpe son una constante en el fujimorismo.

Se sumó también el Congreso saliente al clima de inestabilidad al intentar aprobar una serie de reformas constitucionales (como la bicameralidad y la reelección de gobernadores y alcaldes) apresuradas en los 3 días de Pleno que le quedaban. Sin embargo, ante el rechazo de gran parte de la población y de distintos sectores políticos, dichos proyectos no prosperaron.

Una geografía que no olvida ni perdona

Al igual que en la primera vuelta, el mapa electoral del Perú se divide geográficamente. Por un lado, en las ciudades y en la costa, sobre todo en Lima y en Callao, Keiko Fujimori obtuvo ventaja. Por el otro lado, en la sierra central y el sur, Pedro Castillo sacó una amplia diferencia de votos a su favor.

Castillo se impuso en 16 departamentos, los mismos que en la primera vuelta electoral (Cajamarca, Amazonas, San Martín, Áncash, Arequipa, Moquegua, Ayacucho, Tacna, Puno, Cusco, Apurímac, Huancavelica, Junín, Pasco, Huánuco y Madre de Dios). Fujimori se impuso en 9 departamentos (Callao, Ica, La Libertad, Lambayeque, Lima, Loreto, Piura, Tumbes y Ucayali).

En algunos departamentos la diferencia de votos fue profunda. La mayor diferencia fue en Puno, donde Castillo obtuvo el 89,25% mientras que Keiko obtuvo el 10,74%; en Huancavelica con 84,81% para Castillo y 15,19% para Keiko; y en Cusco con 83,19% para Castillo y 16,80% para Keiko.

En el distrito de Vizcatán del Ene, departamento de Junín, arrasó Castillo. El resultado fue contundente, con el 100% de las actas procesadas, Castillo obtuvo el 95,48% mientras que Fujimori obtuvo el 4,52%. ¿Por qué es importante prestar atención a los resultados en ese lugar? Porque allí ocurrió la matanza dos semanas antes de la elección y que fue falsa e irresponsablemente atribuida a Sendero Luminoso, por el fujimorismo y los medios de comunicación de Lima y como mensaje electoral de algo que podría llegar a ser frecuente si ganaba Castillo, y otra vez el fujimorismo intentó impregnar el miedo para ganar la elección. El “terruqueo” no le funcionó.

El tiempo de Castillo

La prudencia de Castillo al esperar los resultados y la mesura de sus declaraciones evitaron una escalada en las agresiones que desde el fujimorismo se impulsaban.

Esta larga semana de incertidumbres fue la oportunidad para que Castillo demostrara sus profundas convicciones. Esas convicciones nacen y se sustentan en el Perú profundo.

Castillo mostró su liderazgo movilizando a la población para defender el voto. En un Perú donde el fraude y la corrupción han sido las constantes de su historia reciente, el maestro Castillo, condujo y fue acompañado por un pueblo en la calle poniendo el cuerpo en la defensa de su voto ante los intentos del fujimorismo de entorpecer el conteo. Al mismo tiempo, Castillo dio las declaraciones justas para eliminar las incertidumbres.

Fue una semana que parecía de pocas certezas en un país en donde la crisis de representación ha provocado el desencanto de la población con la política. Sin embargo, en la reacción de Perú Libre se vio la antigua sabiduría de haber aprendido, de ese pasado reciente que, cuando un líder es capaz de hablar ese mismo lenguaje que el pueblo, se acaba la incertidumbre. La ansiedad respecto de la espera por un resultado oficial, contrastó con la paciencia como resultado de esa certidumbre. Porque el triunfo de Castillo era inevitable.

Ganó ese Perú profundo la calle, el voto y la palabra. Es por fin el tiempo de Castillo de ponerse al frente y dar cátedra. No será fácil con semejante oposición. Ojalá pueda, aunque parece una enorme epopeya enfrentarse a la monstruosidad del poder con la convicción de que no haya más pobres en un país rico y desde su palabra de maestro.