Por Ariadna Dacil Lanza
Así como en Argentina las cartas públicas han vuelto a la arena política, con las firmadas por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner liderando ese retorno al género epistolar, en Brasil el tema que las alienta es la democracia. La circulación de estos documentos se colaron en la campaña electoral brasileña y buscan desalentar cualquier intentona golpista.
Concretamente hubo dos cartas públicas que alertan sobre cierto peligro que estaría enfrentando la democracia en Brasil de cara a las elecciones del próximo 2 de octubre. Ambas lograron reunir adhesiones masivas y fueron leídas hoy en San Pablo y otras casi 5 decenas de ciudades. Sin nombrarlo, el foco está puesto en las amenazas de mínima contraria a la división de poderes y la institucionalidad, de máxima golpistas que ha lanzado el presidente Jair Bolsonaro.
Por un lado, estuvo la “Carta a los brasileños y las brasileñas en defensa del Estado Democrático de Derecho”, que había sido impulsada por un puñado de alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Pablo (USP) pero que terminó con casi un millón de firmas; y por otro lado, la carta de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), que tuvo menos adhesiones pero fue simbólica por el sector que representa.
La primera surgió como cierta respuesta a las recurrentes expresiones presidenciales contra la democracia y nació de un grupo de exalumnos de la Facultad de Derecho de la USP y que además pretendía honrar los 45 años de la “Carta a los brasileños”, leída en la misma institución en 1977 que buscó mellar el poder de la dictadura militar. Aquella lectura había sido motivada por la conmemoración del 150 aniversario de la promulgación, el 11 de agosto de 1827, de la ley que creó los primeros cursos de derecho en el país.
“Los ataques infundados y sin pruebas cuestionan la equidad del proceso electoral y el estado de derecho democrático que tanto ha costado ganar a la sociedad brasileña. Las amenazas a otros poderes y sectores de la sociedad civil y la incitación a la violencia y la ruptura del orden constitucional son intolerables”, dice la carta leída hoy, fecha en que además se celebra el Día del Estudiante en Brasil.
Entre sus firmantes estuvieron no solo los candidatos a presidente Ciro Gómes (PDT), Simone Tebet (MDB), Luiz Felipe D’Ávila (PN) y Luis Inacio “Lula” da Silva (PT) sino también expresidentes como Fernándo Henrique Cardoso, Dilma Rousseff y hasta Michelle Temer. Además, adhirieron ministros del Supremo Tribunal Federal (STF) entre otros miembros del poder judicial, movimientos sociales, intelectuales, entre otros.
La carta concluye: “En el Brasil de hoy ya no hay lugar para retrocesos autoritarios. La dictadura y la tortura pertenecen al pasado. La solución a los inmensos desafíos que enfrenta la sociedad brasileña pasa necesariamente por el respeto a los resultados de las elecciones. En vigilia cívica contra los intentos de ruptura, gritamos al unísono: Estado Democrático de Derecho Siempre!!!!”
La segunda, fue movilizada por grupos de empresarios que decidieron no quedarse atrás y publicar su propio manifiesto democrático. Esta carta reunió nombres tan diversos como los de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp) y de la Federación Brasileña de Bancos (Febraban) además de entidades como la Central Única de los Trabajadores (CUT) y la Unión Nacional de Estudiantes (UNE).
Bolsonaro se refirió a los documentos para rechazarlos y referirse a ellos despectivamente como “cartitas”: “Vivimos en un país democrático, defendemos la democracia, no necesitamos de una ‘cartita’ para decir que defendemos la democracia”. Incluso fue más allá y dijo que quienes firman esos manifiestos tienen “cara de palo” y son personas “sin carácter”.
Otra respuesta de Bolsonaro fue la cancelación de reuniones con empresarios que habían sido signatarios de las cartas. Para no mostrarse aislado se reunió esta semana con referentes financieros en la Federación Brasileña de Bancos (Febraban) donde les pidió que no apoyen a Lula porque desde su punto de vista su victoria podría colocar a Brasil “dentro del tren” de la izquierda en América Latina. Otro espaldarazo fue el que recibió ayer de parte de la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA por sus siglas en portugués) la cual le manifestó su apoyo.
Esta semana además Bolsonaro dio una entrevista de más de 5 horas donde reafirmó todas sus posiciones ya conocidas públicamente en torno a la tenencia de armas, la no legalización de marihuana, sus críticas al Superior Tribunal de Justicia (Corte) y a los medios de comunicación, las odas a las privatizaciones, el alarde en torno a no vacunarse contra el Covid19 entre otras. Rechazó la idea de que Joao Goulart haya sido destituido por un golpe militar y fue ambiguo respecto a su participación en debates con otros candidatos.
También se pueden ver algunos paralelismos con lo que sucedió por estos días en Argentina en torno al programa conocido como el Método Rebord, el cual desató un debate acerca del rol de los entrevistadores y si estos “deben” ser periodistas. La aparición de Bolsonaro fue en el programa Flow, emitido por Youtube y allí también surgió la misma pregunta ya que el conductor fue señalado por supuesta falta de repreguntas -incluso cundo el Presidente sembró dudas sobre el sistema de votación- y que lo descalificarían como periodista.
En paralelo, y al igual que en años anteriores -aun en 2020 y 2021 pese a la pandemia de Covid19 y el confinamiento- el Presidente convocó a la ciudadanía a movilizarse el 7 de septiembre, día en que rememoran el conocido Grito de Ipiranga de 1822 con el que Brasil prefigura su independencia.
Según un estudio realizado por la Universidad Federal de Minas Gerais para el diario Folha, la circulación de mensajes con la mención al 7 de septiembre creció en julio en un 290% comparado con junio previo. De esos, los diez mensajes más compartidos citan la convocatoria de Bolsonaro y además tienen contenido golpista.
El medio aclara su definición del contenido golpista al que entiende como aquel que incluye referencias a la intervención militar y destitución de jueces de la Corte Suprema además de declaraciones falsas sobre las máquinas de votación electrónica utilizadas en las elecciones brasileñas desde hace más de una década y media.
Por su parte, Lula publicó hoy un mensaje en línea con las misivas: “Defender la democracia es defender el derecho a la alimentación de calidad, al buen trabajo, al salario justo, al acceso a la salud ya la educación. Lo que el pueblo brasileño debería tener. Nuestro país era soberano y respetado. Tenemos que volver a juntarnos”. Y agregó el hashtag #EstadoDeDireitoSempre.
Entre tanto, la lucha de las encuestas sigue y estas buscan prefigurar la escena. Esta semana se conoció una realizada telefónicamente por BTG/FSB y que muestra una foto en la que la ventaja del expresidente da Silva sobre Bolsonaro se habría reducido casi 7 puntos porcentuales. El PT estaría en un 41% de intención de votos frente al 34% al candidato del PL. En la capital además, estarían en un escenario de virtual empate técnico.
Que la potencial amenaza a la democracia brasileña sea el tópico principal del debate público, a menos de dos meses de una elección presidencial, es en principio un llamado de atención y los distintos actores sociales, políticos y empresariales empiezan a definirse en torno a él. Al menos las posiciones van quedando expuestas.