Ganadores y perdedores en la coyuntura internacional

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Por Federico Montero y Pablo Macia

La creciente inflación que afecta al mundo, propiciada por los efectos de la pandemia y por el bloqueo de cadenas de valor a partir de la guerra en Ucrania, no repercute de la misma manera en todos los sectores sociales de cada país. Así lo revela el reciente estudio sobre Estados Unidos publicado esta semana por el medio inglés The Guardian, donde confirma con datos precisos una hipótesis que también abarca a otros países: las principales corporaciones aumentan los precios incluso cuando sus ganancias aumentan.

El informe sustentado en datos recientes del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, demuestra que en ese país, las ganancias corporativas aumentaron un 35% durante el último año – el nivel más alto desde 1950 – mientras que la inflación, por su parte, subió al 8,5% interanual en marzo.

Para peor, las empresas que registraron mayores rendimientos son las compañías de productos que fueron más afectados por los efectos de la guerra en Ucrania: petróleo, trigo, carne, acero, caucho, madera y minería, entre otras. Además, son las que corresponden a sectores de mercados hiperconcentrados o fondos de inversión como BlackRock o Vanguard que poseen grandes participaciones en múltiples compañías en el mismo sector.

Frente a esta situación vienen surgiendo proyectos de Ley de impuestos a estas ganancias extraordinarias excesivas y a la ejecución efectiva de las leyes antimonopolio que ya están instauradas en el país del norte.

Pero a pesar de esta situación social que profundiza la desigualdad, el Presidente Joe Biden pidió 33.000 millones de dólares para Ucrania al Congreso Estadounidense, priorizando la estrategia geopolítica internacional norteamericana por sobre su situación local. El propio mandatario planteó que de ese monto se destinarán  “20.000 millones de dólares en asistencia militar y de seguridad”, que permitirá que “las armas y las municiones vayan al pueblo ucraniano”, mientras que 8.500 millones de dólares “ayudarán al gobierno de Ucrania a responder a la crisis inmediata”, y unos 3.000 millones de dólares se destinarán a asistencia humanitaria y a enfrentar el alza mundial del precio de los alimentos. Las prioridades y ponderaciones de los problemas están a la vista.

De esta forma el conflicto con Rusia amenaza con escalar a niveles más altos, teniendo en cuenta la creciente inversión en armamentos que está adoptando Europa, la provisión cada vez más abierta de armas a Ucrania y la advertencia de Rusia sobre una respuesta inmediata y contundente si se profundizara en esa dirección. Lo cierto es que por ahora los principales efectos y sanciones son de carácter económico, en lo que se sumó esta semana la  suspensión de Rusia del envío de gas a Polonia y Bulgaria, tal como había advertido frente a la negativa de recibir los pagos del servicio en rublos.

Así, el desabastecimiento y el encarecimiento de los productos, lejos de afectar al conjunto de la rama de actividad, termina trasladándose íntegramente a los costos de la población  trabajadora y de sectores medios, mientras que las empresas obtienen mayores márgenes de ganancia, aprovechando la “victimización” de estas grandes firmas que representan dichas cadenas de valor.

En este escenario, poco ha podido hacer el Secretario General de la ONU, António Guterres,  quien durante la semana realizó una gira por Rusia y Ucrania para reunirse con sus respectivos mandatarios. Los encuentros redundaron en gestos de distensión para abrir corredores humanitarios y para  aumentar el apoyo de la ONU hacia la población civil y los refugiados en la región.

Por otro lado, la situación de descontento e incertidumbre que impera frente al escenario global, repercutió en Francia durante la semana post electoral en la que Emmanuel Macron surgió como vencedor en segunda vuelta frente a Marine Le Pen para ocupar la presidencia. El presidente reelecto tomó nota del menor apoyo obtenido con respecto a la elección del 2017 y prometió impulsar  una “Francia más independiente”, con un proyecto “social y ecológico”, “basado en el trabajo”, intentando receptar las demandas sociales de los votantes de Marine Le Pen. La contienda continuará con las elecciones legislativas del 12 y 19 de junio, donde se elegirá la composición de la Asamblea de representantes y el primer ministro con los que gobernará Macron. De acuerdo con 2 encuestas, un sector mayoritario de la población no le daría la mayoría parlamentaria a Macron para la próxima legislatura, demostrando así su descontento a pesar de la elección presidencial. En este aspecto, el partido de Jean-Luc Mélenchon, ya negocia un frente común con los ecologistas y comunistas que recomponga a la izquierda en el país, luego de la estrepitosa caída del Partido Socialista. Por otro lado,  la extrema derecha nacionalista de Marine Le Pen también se anota en la contienda a partir del resultado del ballotage, que con un 41,7 %  fue el más alto obtenido por su partido.   

En cuanto a América Latina, según nuevas estimaciones de la CEPAL, la región contará con un menor crecimiento, mayor inflación e inestabilidad laboral que la proyectada antes de la guerra de Ucrania. Así, se prevé un crecimiento promedio de 1,8% para la región, una inflación elevada como producto de los altos precios internacionales de la energía, de los alimentos y las disrupciones en las cadenas globales de suministro, lo que además repercute en la precariedad de las condiciones laborales. Frente a este contexto se hace necesaria también en la región la creación de aportes a la renta extraordinaria e impuestos progresivos que permitan financiar el ingreso de los sectores populares y reactiven la producción, el mercado interno y el mercado de trabajo.

En la región también se conoció  durante la semana la ratificación del Comité de Derechos Humanos de la de la ONU sobre la vulneración de los derechos legales de Lula da Silva durante su juicio. Así, el dirigente del PT, que el sábado 7 de mayo lanzará su candidatura presidencial, continúa logrando reconocimientos hacia su figura frente a la persecución política y la guerra judicial que sufriera desde el 2016, y que lo inhabilitó para competir en las elecciones del 2018, allanando el camino a la presidencia de Jair Bolsonaro. Las encuestas lo siguen encaramando como el claro vencedor de las elecciones presidenciales de octubre.

En cuanto a Colombia, a un mes de las elecciones presidenciales en las que según los sondeos viene en punta la izquierda del Pacto Histórico encabezada por Gustavo Petro, se conoció la confesión de militares que ejecutaron a un centenar de campesinos simulando combates contra la guerrilla durante la primera década del siglo. Estos casos de “falsos positivos” sumados a la confirmación del llamado a juicio del ex presidente Álvaro Uribe, salpican a la derecha del país, justo en medio del primer aniversario de las históricas protestas contra la política económica y social del gobierno de Iván Duque. De esta forma, la izquierda se fortalece en los sondeos de cara a la elección del 29 de mayo, donde algunas encuestas incluso dan vencedor a Petro en primera vuelta y en otras con una diferencia de al menos 15 puntos frente a su rival más directo. Según las encuestas, el único candidato en condiciones de disputarle la presidencia a Petro es el derechista Federico “Fico” Gutiérrez,  de Equipo por Colombia, De esta forma, en las últimas semanas de campaña, posiblemente se tienda a una polarización entre ambos contendientes. Entre las principales preocupaciones del pueblo colombiano están la situación económica y laboral y la implementación efectiva de los acuerdos de paz para garantizar la seguridad de la ciudadanía frente a los abusos de las fuerzas represivas.

Por último, en cuanto a la Argentina, la semana estuvo atravesada por trascendidos sobre el controvertido pacto Foradori-Duncan que perjudicó al país sobre su soberanía en las Islas Malvinas frente a los intereses británicos. El acuerdo firmado por el vicecanciller del gobierno de Macri, Carlos Foradori permitió levantar las sanciones económicas argentinas sobre las empresas británicas que operan ilegalmente en las aguas que circundan a las Malvinas para la explotación de actividades pesqueras e hidrocarburíferas y para la ampliación de vuelos británicos a las islas. El actual ministro de Defensa y ex canciller Jorge Taiana, repudió el entendimiento y la “desproporcionada” presencia militar británica en el archipiélago. Desde diciembre de 2019, el Gobierno del presidente Alberto Fernández llevó a cabo una serie de acciones para dejar sin efecto todas las cuestiones prácticas y los acuerdos posteriores que se derivaron del comunicado conjunto emitido en septiembre de 2016. A 40 años de la guerra de Malvinas se hace más necesaria que nunca una política de Estado que garantice la defensa irrestricta de la soberanía nacional en las islas.