por Sebastián Tapia
La inminente invasión rusa a Ucrania, que se anuncia hace meses, falló en cumplir con las fechas propuestas por los servicios de inteligencia estadounidenses. En medio del juego apocalíptico de los medios, se lograron cerrar acuerdos y acercar a las partes. La retirada parcial de las tropas rusas de la frontera relaja la tensión en la región pero no soluciona el problema de fondo que continúa en las mesas de negociación.
La invasión que no fue
La maquinaria propagandística occidental fue acelerada en la última semana hasta llegar a su clímax este 16 de Febrero. Varios países europeos y allegados a Estados Unidos pidieron a sus ciudadanos abandonar a Ucrania en temor la invasión. El viernes 11 de Febrero el asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, explicó que la invasión se daría en pocos días, antes del cierre de los Juegos Olímpicos, y hasta dio detalles sobre el tipo de bombardeo y el corte de comunicaciones que traería. El sábado, Joe Biden amenazó por teléfono a Vladimir Putin con imponerle “grandes costos” a Rusia, si ésta decidía invadir. El lunes 14, Estados Unidos comenzó a trasladar su embajada en Kiev a la ciudad de Leópolis (Lviv). Para entonces, la prensa ya contaba cómo sería el ataque y desde qué posiciones, en cuestion de momentos. La inminencia de la invasión el 15 de Febrero fue pospuesta, siempre por las fuentes de los servicios de inteligencia estadounidenses que alimentan a la prensa, para el día siguiente. Para entonces, ya era pública la hora en la que los rusos atacarían: las 3 am de Ucrania del 16 de Febrero.
La prensa occidental hizo caso omiso del anuncio ruso de desmovilización de parte de las tropas, debido al fin de los ejercicios militares que realizaban. Estos ejercicios que ya habían sido anunciados y programados anteriormente. Los ejercicios conjuntos con Belarús continúan, como fueron programados, hasta el 20 de Febrero. Los ejercicios marítimos, en el Pacífico, en el Mediterráneo y el Mar Negro, continúan por algunos días más. Pero de la invasión a Ucrania, no hay noticia.
La realidad chocó de frente con la ilusión vendida desde medios como Bloomberg, The Sun o el New York Times. La portavoz del ministerio de relaciones exteriores de Rusia, María Zajárova, ironizó preguntándole a estos medios si saben la fecha de la próxima invasión, así planifica sus vacaciones. Quien no vio con buenos ojos al pánico y la paranoia creada por los medios fue uno de los principales implicados: el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky. En medio de esta escalada mediática declaró:
“Creo que hay demasiado por ahí sobre una guerra a gran escala con Rusia, y la gente incluso está nombrando fechas. El mejor amigo de nuestros enemigos es el pánico en nuestro país, y toda esta información solo genera pánico, no nos ayuda”.
Para lo que sirvió el pánico fue para mostrar cuáles son los verdaderos amigos de Ucrania. Ante la “inminencia” de la invasión, muchos millonarios y billonarios ucranianos escaparon en sus jets privados. Varios diputados del parlamento ucraniano dejaron el país, obligando al gobierno a pasar una ley que prohibe la salida a los diputados y funcionarios del gobierno mientras dure el estado de excepción. Gracias a este pánico, las aseguradoras de aviones retiraron su cobertura sobre los vuelos en Ucrania, forzando a varias líneas de dejar de volar a pesar que el gobierno insiste en que su espacio aéreo sigue abierto.
Héroes para las cámaras
A pesar que los datos indican que Rusia cumplió con lo que anunció desde un principio, que iba a realizar sus ejercicios y retirar las tropas cuando terminen, hubo varias personas que se adjudicaron el logro de pacificar al oso ruso. El primero de ellos fue Emmanuel Macron, que tras su reunión con Putin aseguró que el presidente ruso le dijo que no escalaría la situación de tensión.
El caso más gracioso es el de un ex ministro brasileño que aseguró que la visita de Jair Bolsonaro a Moscú incidió en el retiro de tropas rusas y por lo tanto ayudó a evitar una guerra mundial.
Y por supuesto, el canciller ucraniano, Dmitro Kuleba, cree que su accionar y el de la OTAN fue el correcto:
“Nosotros y nuestros aliados hemos logrado evitar que Rusia siga escalando. Ya es mediados de febrero y se ve que la diplomacia sigue funcionando”
Distensión y negociación
Tres grandes hechos ocurrieron el 15 de Febrero, que cambian el panorama entre Rusia y la OTAN:
- Rusia comienza la desmovilización de sus tropas tras el fin de los ejercicios militares en Crimea y el suroeste de Rusia.
- La Duma rusa aprueba un pedido al presidente de reconocer a las provincias de Donetsk y Lugansk como estados independientes.
- El encuentro entre Putin y el canciller alemán Scholz
Si bien Rusia anunció y publicó videos mostrando su retirada, Joseph Biden declaró que Estados Unidos no lo pudo comprobar. Curiosamente, los mismos servicios de inteligencia que tienen tan controladas a las tropas rusas que saben cuándo van a atacar, no pueden ver los movimientos de esas mismas tropas en sentido contrario. La OTAN y Ucrania consideran que la retirada todavía no es suficiente y esperan un movimiento mayor. Por otro lado, el ejército ucraniano sigue acumulándose alrededor de Donetsk y Lugansk, con nuevo armamento donado por los miembros de la OTAN y en violación de los acuerdos de Minsk.
Uno de los elementos desestabilizadores de la región es el incumplimiento por parte del gobierno ucraniano de los acuerdos de Minsk. En ellos se habían comprometido, hace 7 años, a realizar las modificaciones legales necesarias para otorgarle un status especial a la zona del Donbás (las provincias de Donetsk y Lugansk). La autonomía dentro de Ucrania resolvería el problema de la dualidad de gobiernos, garantizaría los derechos de los rusoparlantes y eliminaría el problema territorial. Pero no hay ningún político ucraniano dispuesto a llevarlo acabo y aceptar que el Estado ucraniano perdió la guerra de 2014.
Debido a la violación continua de los acuerdos de Minsk y el bombardeo constante a la población civil de la región, de los cuales 720.000 poseen pasaporte ruso, la Duma (parlamento) rusa aprobó un pedido hacia el presidente Putin para reconocer a Donetsk y Lugansk como estados independientes. Cabe recordar que Rusia reconoció a Osetia del Sur y Abjasia como estados independientes, después que Georgia atacara a Osetia del Sur y con ello acabara cualquier posibilidad de resolver el problema de forma pacífica.
Putin se guarda este as en la manga, para su uso posterior. La respuesta al parlamento llegó el mismo día, en la reunión con el canciller Scholz cuando dijo:
“Partiré del hecho de que debemos hacer todo lo posible para resolver los problemas del Donbás, pero (…) en primer lugar, con base en las oportunidades no plenamente aprovechadas que ofrece la implementación de los Acuerdos de Minsk”
El reconocimiento de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk ahora pende sobre la cabeza de Ucrania. Sirve para presionarlos a cumplir con un acuerdo que hace 7 años que ignoran. Lo que parece estar funcionando, ya que en la misma reunión, el canciller alemán Scholz contó lo que Zelensky le había aunciado el día anterior:
“Entonces, es bueno que el presidente Zelensky se comprometiera ayer firmemente a que muy pronto todos los proyectos de ley sobre el estatus de Ucrania Oriental, las enmiendas a la Constitución y los preparativos para las elecciones se presentarán al Grupo de Contacto Trilateral que opera dentro del proceso de Minsk y donde se reúnen todas las partes interesadas.”
En la misma reunión, el presidente Putin dejó en claro que está dispuesto a negociar asuntos secundarios con respecto a la seguridad en Europa, de acuerdo a lo propuesto en Diciembre, pero que para Rusia es necesario discutir los temas principales como evitar el ingreso de Ucrania a la OTAN y el repliegue militar de esta alianza.
“Se está debatiendo el tema del ingreso de Ucrania a la OTAN. Dicen que eso no será mañana, ¿Y cuándo? ¿Pasado mañana? ¿Qué cambia para nosotros? En una perspectiva histórica. Absolutamente nada (…) ¿Y la aceptarán cuando esté preparada? Pero para nosotros puede ser demasiado tarde. Por lo tanto, queremos resolver este problema (de la expansión de la OTAN) ahora mismo, en un futuro próximo, por medios pacíficos durante el proceso de negociación”
El discurso de Biden esa misma noche también señala cambios en la relación. Si bien sostiene el mismo discurso apocalíptico y temerario de la OTAN y de los grandes medios masivos de comunicación occidentales, se destacan dos partes. La primera es aceptar el compromiso a firmar documentos vinculantes sobre las garantías de seguridad en Europa. En sus palabras:
“Este fin de semana hablé nuevamente con el presidente Putin para dejar en claro que estamos listos para seguir buscando la diplomacia de alto nivel para llegar a acuerdos por escrito entre Rusia, Estados Unidos y las naciones de Europa para abordar las preocupaciones legítimas de seguridad si ese es su deseo. Sus preocupaciones de seguridad y las nuestras.”
La segunda es reconocer que el problema de seguridad ruso no se encuentra en el gobierno ucraniano, sino en las posibilidades que presenta una Ucrania dentro de la OTAN:
“Ni Estados Unidos ni la OTAN tienen misiles en Ucrania. No tenemos – no tenemos planes de ponerlos allí tampoco.”
No tienen planes. Pero saben lo que significa su posible emplazamiento.
Quizás el mayor catalizador para el cambio de posición haya sido la detección por parte de la armada rusa de un submarino estadounidense de la clase Virginia en sus propias aguas territoriales. La capacidad de detectar estos submarinos sigilosos es una muestra de lo avanzada de la tecnología militar rusa. Esto sumado al despliegue de los misiles hipersónicos en Kaliningrado y en Siria pueden cubrir a Europa desde el Norte y desde el Sur. También vale aclarar que las tropas desmovilizadas pueden volver en cualquier momento. Al fin y al cabo nunca salieron del territorio ruso.
En conclusión, tal vez la prensa debería concentrarse en los esfuerzos diplomáticos más que en una imaginaria invasión, de la cual nunca dieron el motivo para realizarla. O quizás debería tratar temas más preocupantes para la supervivencia de muchas personas, como es la incautación de 7.000 millones de dólares por parte de Estados Unidos del tesoro del banco de Afganistán, cuando este país está al borde de la hambruna. Pero estas medidas no venden diarios, ni armas.