–El presente artículo fue seleccionado en el marco de la Convocatoria “La Cuestión Malvinas” organizada por el Observatorio del Sur Global y la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur con motivo del 40 aniversario del conflicto del Atlántico Sur.–

Por Mariana Altieri*
Nombrar implica un acto de soberanía. Quien nombra ejerce posesión, porque ejerce el derecho a denominar lo que le es propio. En el caso de la disputa por las Islas Malvinas la toponimia implica también identidad, historia, y sobre todo hace referencia a nuestra integralidad territorial perdida.
La Cuestión Malvinas(1) es multidimensional, y la toponimia es uno de sus ejes. Llamadas Malvinas por Argentina y Falklands por los británicos, la batalla por la utilización oficial de la denominación se ha mantenido constante lo largo de la historia(2). Esta singularidad es específicamente, señala Wiegand:
Independientemente del tipo de territorio que se disputa, existen muchos casos en que el estatus del territorio es ambiguo y se reconoce la falta de soberanía definitiva. En los atlas y los mapas internacionales, el territorio en disputa se suele etiquetar como ocupado por un Estado y reclamado por otro.
(1999, pág. 9)
En el mismo texto, la autora de “Disputas Territoriales Prolongadas” señala que “Las islas Malvinas/Falklands en el Atlántico Sur se etiquetan generalmente como territorio británico reclamado por Argentina” (2011, pág. 9) Sin embargo ésta no es una norma aceptada por la República Argentina –RA- que en sus mapas oficiales hace constar su soberanía sobre las islas, ni tampoco acatada por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte –RU- que se niega a resolver la disputa y considera a las Islas un territorio británico de ultramar.
Por ende la denominación en la cartografía depende en gran medida de en dónde y dentro de qué marco sea realizada y la querella por imponer una u otra denominación en los organismos internacionales es ardua y permanente (especialmente porque la no objeción u omisión puede generar jurisprudencia respecto de la aceptación de la denominación promovida por el otro Estado).
Argentina ha logrado, a partir de su inclusión en el comité de descolonización de las Naciones Unidas, que los organismos internacionales incluyan ambas denominaciones consignando Malvinas/Falklands para los documentos en castellano y Falklands/Malvinas para los documentos en inglés. Además es una directiva de ambas cancillerías impugnar y/o evitar que se utilice la segunda denominación, que consideran inválida, en todos aquellos mapas o documento de carácter oficial (o no oficial) en los que puedan influir, tanto organismos internacionales como empresas y/o entidades de la sociedad civil.
De esta forma, la diplomacia de ambos Estados ha influido en la denominación utilizada en sus regiones, organismos regionales y países limítrofes. Tanto el RU en el Commonwealth y en la Unión Europea como Argentina en Latinoamérica y sus múltiples asociaciones regionales como CELAC, UNASUR, MERCOSUR, han desarrollado una política activa para excluir la denominación asignada por el oponente.
El origen de la discrepancia en el nombre está asociado a la discordancia respecto del descubrimiento de las islas. Diversas versiones acerca de qué nave y de qué nacionalidad dio el primer avistaje en un época de exploración europea de los océanos y expansión colonial se han contrapuesto a lo largo de la historia, especialmente desde que comenzaron a ser utilizados como prueba de derechos sobre las islas.
El historiador Federico Lorenz señala que lo más probable es que el archipiélago fuera avistado por primera vez por la expedición española de Hernando de Magallanes en 1520, la primera que dio la vuelta al mundo, según figura en un comentario de un mapa de 1586 (en las que aparecen como islas de los gigantes o de Sansón). Los británicos por su parte sostienen que el primer avistaje lo realizó el marino John Davis en 1592.(3)
Sin embargo “Existe un consenso general en atribuir al navegante holandés Sebald de Weert el descubrimiento de las Malvinas, el 24 de enero de 1600” (Groussac pág. 106), desde entonces comenzaron a figurar en las cartas de navegación como Islas Sebaldes o Sebaldinas.
A fines del siglo XVII el capitán John Strong, corsario inglés, registra un avistaje que podría corresponder a las Malvinas, y sondea un canal al que bautiza como Falkland Sound (y que los españoles llamaron de San Carlos). En la misma época una expedición francesa provenientes de la isla de Saint Malo y comandada por el Almirante Boungaiville, fundó Port Louis (1764). Sin embargo, ante las protestas de España la colonia pasó a depender de la Corona Española y fue renombrada como Puerto Soledad en 1767, previo reconocimiento francés a la soberanía española sobre el archipiélago.
Por ende la evolución de la toponimia de las islas del atlántico sur, acompañó el devenir histórico de su descubrimiento y ocupación, lo cual incluyó una sucesión de denominaciones diversas según las diferentes expediciones que eran recogidas por los cartógrafos. Sin embargo, actualmente la denominación de las islas está asociada a la soberanía y su pertenencia a un Estado u otro: Malvinas deriva de la denominación francesa de malouines desprendida de los colonos franceses provenientes de la isla de Saint Malo que pasó a ser la denominación otorgada por la Corona Española y luego por el Gobierno Argentino, mientras que Falklands fue el nombre que le puso el capitán británico Strong al pasaje entre las dos islas principales en 1690, y pasó a ser la denominación colonial británica.
Esta disputa toponímica incluye también la denominación de Puerto Stanley/Argentino que fue fundada por los británicos como capital de las Islas, luego de la expulsión por medio de la fuerza de la comandancia argentina (incluyendo a la población civil) que estaba asentada en puerto soledad.
En abril de 1982, el gobierno militar creó la comandancia militar de Malvinas e islas del Atlántico Sur, separándola de la provincia de Tierra del Fuego y convirtiendo a Stanley en su capital. Con este nuevo rol, se utilizaron varias denominaciones para designarla en los comunicados de prensa y documentos oficiales que se emitieron durante la guerra de Malvinas incluyendo Puerto Rivero; Puerto de la Isla Soledad y Puerto de las Islas Malvinas. Hasta que se renombró oficialmente como Puerto Argentino a través del decreto 757/82 del 16 de abril de 1982 que sigue vigente en la actualidad, aunque se haya vuelto a integrar a las islas a la Provincia de Tierra del Fuego siendo su capital Ushuaia.
?Preliminarmente estas denominaciones habían surgido como expresión de distintos sectores de la sociedad argentina: la Comisión Argentina para la Recuperación de las Islas Malvinas utilizó Puerto Soledad en una proclama de 1965, solicitando que la bandera argentina ondease por todas partes en Puerto Soledad, la capital de las islas y en 1966 la operación cóndor utilizó la denominación Puerto Rivero al realizar el aterrizaje en las islas.
La relevancia otorgada a la toponimia incluye también una multiplicidad de denominaciones al interior de las islas(4). Se calcula que más de 200 topónimos difieren entre su denominación británica y su denominación argentina, incluyendo el nombre de montes (Monte Independencia Versus Mount Adam), bahías y múltiples accidentes geográficos. “En ocasiones, los nombres pueden ser simplemente una traducción pero con frecuencia puede no haber una conexión obvia entre las dos formas de lenguaje, como en el caso de Bahía de la Anunciación para Berkeley Sound” (The Permanent Committee on Geographical names, 2006, pág. 4). De hecho Argentina denomina a las dos Islas mayores del archipiélago como Gran Malvina y Soledad, mientras que los británicos las llaman East and West Falklands.
Sin embargo allí donde aún perduran los nombres originales de los accidentes geográficos de las islas permanecen como testigos de la historia y de sus pobladores originales que debieron abandonarlas contra su voluntad. Vale la pena rescatar un extracto del texto de Quirós en su visita a las islas en 1963 que describe la fisonomía británica del poblado pero sosteniendo que:
Quien nos recuerda con fidelidad es la tierra. A cada paso, el duro paisaje, con sus lomas, sus ríos de piedra, sus rugientes acantilados y sus bahías serenas, evoca el pasado, con un nombre de pájaro, de hierba, de mujer: Ensenada del Gorrión, Cerro María, Hondonada de los Caranchos, Rincón de los Indios, Fachinal, Arroyo Malo, y otros que dejó nuestro tiempo”
(Quirós, 1963, pág. s/n)
La batalla por la denominación de las islas signó la Cuestión Malvinas desde sus inicios. Esta cartografía del poder impacta en la disputa no solo por su valor simbólico e identitarios sino también porque está asociada, a la disputa por el descubrimiento del archipiélago, y la impronta que dejaron los argentinos que la poblaron. Actualmente en Argentina su nombre es también el nombre de miles de plazas, escuelas, monumentos y barrios que al nombrarlos nos las recuerdan, y contribuyen a mantener viva la causa de su recuperación como parte inalienable de nuestro territorio nacional.
* Mariana Altieri es Dra. en Ciencias Sociales UBA. Mg. en Estrategia y Geopolítica UNDEF. Directora de Fundación Meridiano de Estudios Internacionales y Política Exterior.
(1) Entendida como el diferendo de soberanía por las Islas Malvinas, Georgias, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte –RU- y la República Argentina –RA-
(2) Esta disputa no se da en el caso de las Georgias y Sándwich del sur donde no hay conflicto toponímico actualmente por la denominación del archipiélago, pero si por la el nombre de la isla principal de las que componen a las Georgias, conocida como isla del San Pedro por los argentinos, denominación otorgada por España, y como Georgia del sur por los británicos.
(3) Por demás estas versiones no toman en cuenta la posibilidad de que los primeros en avistar y pisar el suelo malvinense hayan sido los yámanas, pueblo originario de Tierra del Fuego.
(4) Tanto argentinos como británicos han trabajado en su sistematización. El primer nomenclátor británico de las Islas fue publicado en 1972 como Informe científico nº 76 del British Antarctic Survey, conteniendo casi 3000 nombres, enumerados en orden alfabético con términos genéricos invertidos, con características ubicadas al grado, minuto y segundo. En el caso argentino, el Instituto Geográfico Nacional, junto con el área de Toponimia del Servicio de Hidrografía Naval, confeccionó el Nomenclátor de las Islas Malvinas que incluye unos 700 topónimos normalizados, abarcando el término específico, el genérico, coordenadas geográficas y descripción de su localización. Este trabajo se enmarco en la Comisión Interministerial para el Análisis de la Toponimia en las Islas Malvinas que integran los ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Bibliografía
Adamoli, M. C., & Flachsland, C. (2013). Malvinas para todos: memoria, soberanía y democracia. Buenos Aires: Ministerio de Eduación de la Nación.
Battaglino, J. (2012). La estrategia de Regionalización del Conflicto Malvinas. La guerra de Malvinas, treinta años después Conflicto, salidas del conflicto, cambios políticos, representaciones.
Bologna, A. B. (2017). Malvinas y la construcción de un reclamo soberano: pasado, presente y futuro . La Plata: Universidad Nacional de La Plata.
Graficas del Pueblo. (2019). Catálogo de la Memoria de Malvinas en el Paisaje. Lanús: Universidad Nacional de Lanus – Observatorio Permanente de la Cuestión Malvinas.
Groussac, P. (1936). Las islas Malvinas. Buenos Aires: Trad. Augusto Cortina.
Lorenz, F. (2014). Todo lo que necesitas saber sobre Malvinas. Buenos Aires: PAIDOS.
McLaughlin Mitchell, S. (1999). Beyond territorial contiguity: Issues at state in democratic militarized interstate disputes. International Studies Quarterly, 43(1), 169–183.
Poó, C. M. (2013). Malvinas: Decálogo de un despojo. In Anónimo, Malvinas en la universidad : concurso de ensayos 2012 (pp. 220-247). Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. Subsecretaría de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias .
Quirós, M. (1963, Septiembre). Detrás de la Cortina de Niembla: Las Malvinas. Revista Panorama(4), 38-49.
The Permanent Committee on Geographical names. (2006). The Toponymy Of The Falkland Islands As Recorded On Maps And In Gazetteers. Crown Copyright 2006.Wiegand, K. (2011). Enduring Territorial Disputes: Strategies of Bargaining, Coercive Diplomacy, and Settlement. Athens: University of Georgia Press.