Perspectiva Latinoamericana | Covid-19: Brasil amenaza a América del Sur y Bolsonaro amenazado por una comisión de investigación

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Por Rogério Tomaz Jr.

Mientras escribo estas líneas, Brasil supera las 350 mil muertes causadas por Covid-19. Estos son los datos oficiales, que no tienen en cuenta los casos no registrados. Los científicos y los expertos en salud pública estiman que el número real ya ha superado 500 mil. Medio millón de muertes en Brasil equivale a 100 mil óbitos en Argentina.

Sólo en marzo, se registraron 66,8 mil muertes por coronavirus en territorio brasileño, un promedio de más de 2.100 muertes diarias. El peor mes de la pandemia hasta ahora había sido julio de 2020, cuando 32.900 personas perdieron la vida en el país, menos de la mitad de lo que sucedió el mes pasado.

El pronóstico para abril es sombrío. En los primeros nueve días, se perdieron 27.203 vidas a causa de la enfermedad, un promedio de 3.022 por día o una muerte cada 28,6 segundos.

Más que solidaridad con el país vecino, que afronta una tragedia sin precedentes en la historia, las naciones fronterizas o que tienen un gran flujo de pasajeros en viajes internacionales procedentes de Brasil – en el momento, muy pocos países autorizan vuelos desde el país – también necesitan estar muy preocupados por su propia seguridad sanitaria.

La “cepa de Manaos” ya es ampliamente conocida y se sabe su poder de transmisión es mayor que las primeras versiones del virus. El problema – para la población brasileña y para toda Sudamérica – es que la política del gobierno de Jair Bolsonaro para enfrentar la pandemia ha convertido a Brasil en un laboratorio perfecto para generar nuevas variantes de la enfermedad.

Con transmisión descontrolada, si una eventual mutación produce una versión más resistente y letal del virus, el riesgo que la tragedia social y económica brasileña se repita a escala global es bastante real.

Caos en los hospitales

En casi todas las ciudades importantes de Brasil, el sistema de salud se ha derrumbado y no hay muchas camas de UTI disponibles para la población. En enero, Manaos recibió un triste destaque en el noticiero internacional por la crisis de oxígeno en los hospitales, lo que provocó cientos de muertes por asfixia.

En estos días, incluso los hospitales privados más caros de la élite de São Paulo corren el riesgo no solo de quedarse sin oxígeno, sino también sin medicamentos y suministros esenciales para el tratamiento, como analgésicos. Este escenario apocalíptico podría repetirse en prácticamente todos los estados.

El caso es que el negacionismo impulsado por la extrema derecha prevaleció sobre las medidas de contención que debían adoptarse. Gobernadores y alcaldes, incluidos los que se oponen al gobierno federal, se echaron atrás y dejaron de aplicar “medidas impopulares” por temor a los ataques de los sectores más reaccionarios, entre los que se encuentra la mayoría de los grandes empresarios del país.

Bolsovirus

El presidente brasileño se burló de la enfermedad, calificándola de “gripecita”; alentó personalmente y participó en aglomeraciones en protestas contra las medidas de aislamiento social defendidas por gobernadores y alcaldes; hizo propaganda de medicamentos que no tienen eficacia contra el virus y, como si fuera poco, pidió a la Corte Suprema la suspensión de las medidas restrictivas tomadas por los gobiernos en estados y municipios – pero fue derrotado en ese intento.

Pero eso no es todo. En el tema de las vacunas, Bolsonaro también fue un desastre y sus acciones constituyen un crimen de lesa humanidad contra la sociedad brasileña. Hoy se sabe que el gobierno rechazó tres ofertas de vacunas de Pfizer – una de las cuales totalizaba 70 millones de dosis – presentadas a partir de agosto de 2020. Bolsonaro también hizo campaña contra las vacunas, difundiendo teorías de conspiración y utilizando la xenofobia contra China en sus redes sociales y declaraciones públicas.

Como resultado, además del rechazo a participar en la coalición internacional liderada por la OMS para investigar y producir una vacuna – la entrada de Brasil se produciría tardíamente, solo a fines de 2020 – y la demora en comenzar a comprar las opciones disponibles en el mercado, el país que fue un referente histórico en campañas de vacunación masiva, habrá retrasado mucho la inmunización de su población.

En 2010, durante la pandemia H1N1, Brasil – gobernado por Luiz Inácio Lula da Silva – vacunó a 80 millones de personas en solo 3 meses y ayudó a varios países del mundo a acelerar la aplicación de vacunas para grupos en riesgo en relación con el virus de la “gripe porcina”.

Con el ex militar, apodado “Bolsovirus”, la situación es exactamente la contraria: Brasil representa una seria amenaza para el mundo. Por todas estas razones, Bolsonaro corre grave riesgo de tener que enfrentarse a un juicio en la Corte Penal Internacional de La Haya. Una denuncia de entidades brasileñas ya fue presentada y admitida para su análisis por el tribunal.

Cambio de actitud

Solo cuando su aprobación popular entró en caída libre, que coincidió con la rehabilitación de Lula para postularse para las elecciones presidenciales de 2022, Bolsonaro cambió radicalmente su posición: participó en actos públicos con máscara, se convirtió en defensor de la vacunación e incluso despidió a su principal operador en el boicot de la lucha internacional contra la pandemia, el canciller Ernesto Araújo.

Sin embargo, muchos creen que este interés tardío por detener la pandemia servirá para incriminarlo en cualquier investigación sobre las responsabilidades por la tragedia vivida por Brasil. “Bolsonaro y sus cómplices están cada vez más atrapados. Toda nueva acción del gobierno a favor de medidas para enfrentar Covid-19 ahora – ¡más de un año después de que comenzara la pandemia! – es una prueba que hace explícita su culpabilidad por el genocidio en curso”, dijo en su Twitter el diputado Alencar Santana (PT).

En este contexto, es una victoria importante la decisión del Supremo Tribunal Federal (STF) que determina la realización de una comisión de investigación en el Senado. La oposición había obtenido un número suficiente de senadores firmantes, pero el presidente Rodrigo Pacheco (DEM), aliado del gobierno, estaba retrasando la instalación de la comisión y el inicio de sus trabajos.

La dura reacción de Bolsonaro (ver el video arriba) contra la decisión del STF indica que él sabe que aún están por llegar días de mucha exposición negativa para el gobierno.