Voltaje político y movilización popular en los escenarios políticos de EEUU y el Sur Global.

Share

Sobre el telón de fondo de las profundas transformaciones globales, en Estados Unidos se desarrollan las primarias de cara a las cruciales elecciones generales de medio término del 8 de noviembre. Mientras tanto se desataron masivas movilizaciones de apoyo al gobierno en Bolivia y en la Argentina en defensa de Cristina Fernández de Kirchner frente al Lawfare. Además, el oficialismo ganó apretadamente en Angola mientras continúan las denuncias de fraude en Kenia.

Por Federico Montero y Pablo Macia

En Estados Unidos se desarrollan las primarias de cara a las cruciales elecciones generales de medio término del 8 de noviembre.

Durante las últimas semanas se conocieron resultados clave en las primarias del partido demócrata y republicano para competir en las elecciones de medio término del 8 de noviembre. Esta contienda que establecerá el recambio de la cámara de representantes y senadores, y de gobernadores en algunos distritos clave de Estados Unido será crucial por dos razones, una de corto y otra de largo plazo.

En lo inmediato determinará el control del Congreso ya que el partido que tiene la mayoría de la Cámara o el Senado puede decidir la agenda legislativa y las leyes a sancionar. De esta manera se elegirán las 435 bancas de la Cámara de Representantes y 37 de las 100 del Senado estadounidense. Además, se elegirán 36 gobernadores de entre los 50 estados de la unión y miles de legisladores estatales a lo largo del país.

Los demócratas centrarán su campaña en la defensa de derechos civiles como el aborto, y los derechos de las diversidades, que la prédica republicana viene cercenando con fallos como los de la Corte Suprema o los emitidos en algunos Estados. Pero los demócratas cuentan con el gran desafío de abordar el problema de la alta inflación y la recesión en el país.

Mientras tanto los republicanos pondrán el eje en la crítica a la economía y el descontento de los estadounidenses medios frente a las elites empresariales, los políticos, los universitarios y los medios de comunicación y la cultura de lo “políticamente correcto”. Además cuestionan las políticas verdes y anti-petróleo de Biden, que encarece el costo de la energía, entre otras cuestiones.

La radicalización de esta agenda conservadora viene fortaleciendo a los candidatos de Donald Trump en la interna republicana. Así, la semana pasada, la principal enemiga del multimillonario dentro del partido republicano,  Liz Cheney perdió las internas en Wyoming frente a la candidata Harriet Hageman, apoyada por Trump para competir en la Cámara de Representantes por el estado. La misma suerte obtuvieron 8 de los 10 congresistas republicanos que cuestionaron el accionar del ex presidente por promover las denuncias que precipitaron el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021

Por otro lado, esta semana se catapultó la figura del candidato a gobernador republicano por Florida, Ron De Santis, quien ganó ampliamente la interna para un nuevo mandato en el Estado. El actual gobernador se perfila como uno de los presidenciables para el 2024, obteniendo en algunas encuestas más intención de voto que el propio Trump. De Santis ha impulsado una serie de proyectos de Ley en su estado extremadamente controvertidos como la incorporación de contenidos anticomunistas en las escuelas, y cuestionarios obligatorios sobre la ideología de estudiantes, profesores y personal de las universidades “para acabar con el adoctrinamiento”.  Además, el gobernador impulsa leyes punitivas hacia las movilizaciones y la eliminación de penas hacia conductores que embisten a los manifestantes.

Frente a esta candidatura conservadora, los demócratas eligieron a Charlie Crist para tratar de frenar al gobernador de Florida. Este candidato comenzó su carrera en el partido republicano en 2006, luego se postuló como independiente en 2010 y por último como demócrata en 2014. El desafío para vencer a De Santis es grande ya que el estado de la Florida presenta una economía en crecimiento con cifras récord de turismo y una tasa de desempleo más baja que el promedio nacional. Sin embargo, la crítica de los demócratas es que ese crecimiento no ha llegado a toda la población y en especial a afro-descendientes y latinos. También criticarán a De Santis como “gobernador ausente” que está más ocupado recorriendo el país para captar fondos para la campaña presidencial del año próximo que en la gestión de La Florida. En cuanto a las candidaturas a la cámara de representantes la novedad en los demócratas será la figura del afrocubano Maxwell Alejandro Frost, joven trabajador de Uber y activista por el desarme, entre otras reivindicaciones progresistas que lo acercaron a Bernie Sanders.

Así las cosas, los demócratas apuestan sus fichas en leyes que impulsen impuestos a las empresas para la transición verde y en algunas medidas redistributivas como la condonación de la deuda de estudiantes universitarios y en el “amedrentamiento” a las bases trumpistas con el allanamiento de la mansión del magnate en Florida. Pero esto no asegura el triunfo de los demócratas quienes de momento corren en desventaja por la situación económica y por la tradicional pérdida de congresales del partido gobernante en las elecciones de medio término.

En segundo lugar, desde un marco estructural, estas elecciones serán un parteaguas en la creciente confrontación entre los republicanos nacionalistas y los globalistas demócratas, que se viene haciendo intensa desde la irrupción de Donald Trump. Es que el excéntrico magnate vino a romper el consenso entre las elites del partido demócrata y republicano que perduró mientras Estados Unidos gozaba de un claro predominio en la economía mundial, permitiendo articular los intereses de los grandes capitales industriales con los de las clases trabajadoras y el sector agrícola. El declive relativo de Estados Unidos en el marco internacional fue el caldo de cultivo para el crecimiento de las bases descontentas que sustentan a Trump, denunciando el deterioro de las condiciones de vida a partir de la deslocalización de la producción y de la globalización financiera. Este cuadro generó un creciente clivaje entre los estados costeros “globalistas” que se volvieron azules con la predominancia demócrata, y los estados del centro del país “nacionalistas”, tradicionalmente agrarios, pintados de rojo, consolidando a los republicanos. La disputa por los destinos de Estados Unidos se dirime en dos opciones. Por un lado la retracción proteccionista para recuperar la producción nacional que impulsan Trump y los republicanos con el slogan “Make America Great Again” (Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande). Esta línea mantiene un sesgo nacionalista conservador, denunciando la inmigración y la hiperglobalización, y manteniendo una posición realista en las relaciones internacionales basadas en el interés nacional. Por otro lado, está la opción “globalista” de los demócratas, que persiste en sostener la hegemonía mundial de Estados Unidos interviniendo en todas las regiones del globo a nombre de los valores liberales y los derechos humanos. Bajo esta línea se fortalcieron las alianzas con las potencias occidentales en los ámbitos multilaterales pero también se desataron conflictos y tensiones con Rusia en Europa y con China en Taiwán y Asia Pacífico, entre otros países emergentes.

La movilización en defensa de CFK y la marcha por la democracia en Bolivia: las manifestaciones populares como factor ordenador.

La llamada “segunda ola” de gobiernos populares en la región se ha caracterizado por frentes de coalición amplia, atravesados por tensiones internas y restricciones externas y por un proceso de relativa desmovilización producto, entre otras cosas de las medidas de cuidado establecidas durante la pandemia. Sobre un clima de cierta impotencia, se han recortado esta semana dos fenómenos políticos de relevancia. En Bolivia, una imponente movilización fue la respuesta a una serie de paros convocados por el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, que amenazaban extenderse como ha sucedido anteriormente, valiéndose de las diferencias internas entre los distintos sectores que componen la fuerza política que sustenta al gobierno de Arce y Choquehuanca. El segundo mensaje cifrado en la marcha que tuvo como epicentro la ciudad de La Paz, fue el mensaje de unidad: allí confluyeron Evo Morales, Luis Arce y David Choquehuanca, los tres vértices del dispositivo político del MAS.

Consecuencias políticas similares tuvo el proceso de movilización que se desplegó esta semana en Argentina, que estuvo fuertemente convulsionada por los efectos de la guerra judicial impulsada por los factores de poder hacia la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK).Esto trajo como respuesta las masivas movilizaciones de apoyo a la ex presidenta a lo largo del país. En un proceso viciado por la persecución política, el lunes 22 se consumó la solicitud de condenar a 12 años de prisión a CFK y su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. En un proceso viciado por la persecución política, el lunes 22 se consumó la solicitud de condenar a 12 años de prisión a CFK y su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. La acusación infundada fue esta vez por supuestas irregularidades en la adjudicación de 51 obras en la provincia de Santa Cruz de 2003 a 2015. Este Poder Judicial permeado por los grupos económicos y la oposición política que defiende sus intereses, promueve recurrentes acusaciones para desgastar la figura de la vicepresidenta y para disciplinar a los gobiernos populares. Además de los manifiestos lazos y relaciones de los camaristas con el anterior gobierno de Macri, la parcialidad en el proceso se evidenció en la negativa del pedido de defensa de Fernández de Kirchner. La respuesta inmediata de la ciudadanía fue la movilización en apoyo a la vicepresidenta, y la toma de posición de todos los sectores del Frente de Todos, sumados a sindicatos y movimientos sociales, que entienden esta acusación como una clara forma de proscripción política. Además, los apoyos se extendieron en toda América Latina con los presidentes de Argentina, Bolivia, México y Colombia, líderes populares como los ex presidentes Lula, Evo Morales y Rafael Correa y un sinfín de referentes latinoamericanos, que manifestaron el rechazo a la persecución judicial contra la vicemandataria. Los referentes internacionales exigen que se contemplen los cuestionamientos hacia la independencia de los magistrados y abogados involucrados en varias de las causas en Argentina que se determinaron en el Informe de la Relatoría Especial de Naciones Unidas de 2019.

La mecánica denominada como Lawfare o “guerra judicial” se ha utilizado frente a los líderes populares de América Latina como Luiz Inácio Lula Da Silva, en Brasil, el expresidente Rafael Correa y su vice Jorge Glass, en Ecuador, o el propio Evo Morales, en Bolivia, entre otros. Frente a estos mecanismos de desgaste mediático, de persecución y proscripción institucional, la clave está en la movilización popular que genere las condiciones políticas para desbaratar la intentona antidemocrática de los factores de poder. Esa gran movilización permitió despedir a Cristina Fernández de Kirchner el 9 de diciembre de 2015 con una plaza de mayo colmada de ciudadanos, y también generó el masivo acompañamiento de la población en cada comparecencia de la ex presidenta frente a las querellas impulsadas en su contra. En este caso, no es de otra manera, y el ataque mediático y judicial, lejos de amedrentar a la población, sirvió para movilizarla en su defensa. La puesta en escena de la vivienda de CFK por parte de los medios de comunicación que pretendió ser una convocatoria para su repudio, terminó generando una masiva adhesión en su apoyo, con vigilias que ya llevan cinco días. De la misma manera surgen movilizaciones y concentraciones en todos los distritos del país, retomando la iniciativa de ocupar los espacios públicos en defensa del proyecto popular que encarna CFK. De todas formas la disputa política será de largo alcance y el juicio continuará el 5 de septiembre con los alegatos de las defensas, los cuales podrían extenderse tres meses. La sentencia del tribunal se conocería a fines de este año y la apelación ante la Cámara Federal de Casación ocurriría en 2023, tras lo cual el caso pasaría a la Corte Suprema. Por todo ello, estima que los magistrados administrarán los tiempos del proceso, como lo hacen habitualmente, en términos de la oportunidad política que encuentren para desgastar el liderazgo de la principal figura política del país. De la misma manera se está organizando el campo popular en estado de alerta y movilización para continuar construyendo su apoyo político.

La articulación entre movilización popular y entramado institucional se verá puesta a prueba el próximo domingo en Chile, cuando se plebiscitará la Nueva Constitución, surgida tras un proceso histórico de debate y participación. En un clima de incertidumbre, en el que el entusiasmo inicial parece haberse desvanecido y el presidente Boric ha tenido posiciones zigzagueantes, la ciudadanía chilena deberá elegir entre el “Apruebo” o el “Rechazo” (Nueva Constitución Chilena a días del plebiscito).

El oficialismo ganó apretadamente en Angola mientras continúan las denuncias de fraude en Kenia.

El Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) del presidente, João Lourenço, sale victorioso por escaso margen en las elecciones presidenciales con el 51,7 % de los votos. Es la elección más reñida que el partido gobernante ha tenido desde la independencia del país. El MPLA obtuvo 124 escaños de los 220 que conforman la Asamblea Nacional, perdiendo alrededor de 20 diputados mientras que la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) con el 44,5 % de los votos), obtuvo 40 escaños más que en la anterior legislatura, alcanzando 90 bancas. Además, este partido ganó en la capital, Luanda, con el 62,59 % de los votos frente al 33 % logrado por el MPLA.

Desde la independencia de Portugal en 1975, Angola estuvo gobernada por el MPLA de Eduardo Dos Santos, que se mantuvo en el poder durante 38 años. En el proceso independentista, el MPLA fue respaldado por la URSS y Cuba, mientras que Unita obtuvo el apoyo de Estados Unidos y sus aliados de occidente. El desgaste de tantos años en el gobierno del MPLA como un viraje hacia el centro de UNITA, permitieron esta elección tan pareja en esta oportunidad. El presidente Lourenço no ha podido mejorar la calidad de vida de una población diezmada, en la que más del 60% es menor de 24 años a pesar de la riqueza del país en recursos petroleros y en diamantes. La opinión de los analistas es que tarde o temprano, el desgaste de la gestión de gobierno erigirá a la oposición en el poder, a pesar de la identificación del MPLA con la independencia nacional.

Mientras tanto en Kenia, la victoria presidencial de William Ruto, continúa pendiente de confirmación por el Tribunal Supremo ante las denuncias de fraude presentadas por la oposición. El ex vicepresidente Ruto obtuvo el 50,5 % de los votos válidos emitidos, mientras que su contrincante Raila Odinga recibió el 48,9 %. El resultado se hace dramático teniendo en cuenta el antecedente de 2007, en el que la derrota de Odinga por estrecho margen y sus denuncias desataron una oleada de violencia étnica que dejó más de 1.100 muertos. Sin embargo esta vez aparece un sistema institucional más eficiente que evite una escalada de violencia. En ese aspecto también se refleja una mayor participación de mujeres en las listas y en los escaños parlamentarios y en las gobernaciones. Así esta vez 30 mujeres alcanzaron representación en el parlamento, 7 como gobernadoras y 3 senadoras. Si bien está lejos de la paridad se ha avanzado hacia una mayor igualdad en la representación. El eminente presidente Ruto, prometió un proceso de reforma del sistema fiscal del para aumentar los ingresos nacionales en función de modernizar el país. Mientras tanto Odinga se ganó el descontento de una parte del electorado al realizar un pacto con el ex presidente Uhuru  Kenyatta, para asegurarle un segundo mandato en 2018 luego de haber confrontado fuertemente con él. En ese contexto las elecciones actuales tuvieron un bajo nivel de participación de un 65% ante la visión de una gran parte del electorado de una falta de alternativas.